La Máquina Analítica no tiene ninguna pretensión de producir nada. Puede hacer cualquier cosa que sepamos cómo ordenarle que haga. Puede seguir un análisis; pero no tiene la capacidad de anticipar ninguna relación o verdad analíticas. Su función es ayudarnos a hacer accesible aquello con lo que ya estamos familiarizados. Está diseñada para hacer esto principalmente, claro está, por medio de sus facultades ejecutivas; pero es probable que ejerza de otra manera una influencia indirecta y recíproca sobre la propia ciencia. Porque, al distribuir y combinar las verdades y las fórmulas del análisis, de manera que las combinaciones mecánicas de la máquina las puedan manejar con mayor rapidez y facilidad, las relaciones y la naturaleza de muchas cuestiones de la ciencia quedarán bañadas en otra luz y podrán investigarse en mayor profundidad. Sin duda, esto es una consecuencia indirecta y, en parte, especulativa, de tal invento. Sin embargo, es evidente que, en general, al concebir una nueva forma de registrar verdades matemáticas y arrojarlas para su uso, es probable que nos inspiren nuevas perspectivas que, de nuevo, deben reaccionar en la fase más teórica del asunto. Todas las ampliaciones del poder humano, o aumentos del conocimiento humano, conllevan siempre varias influencias colaterales, aparte de los objetivos principal y secundario obtenidos.
» Gabriel Rodríguez Alberich | notage.org