El caso TheFlame ha promovido muchas reacciones: los articulistas rellenan páginas con prefijos ”ciber” y la palabra ”guerra”. Las casas antivirus lo usan como arma de venta (aun sin haberlo detectado en cinco años) y Microsoft queda en evidencia con su PKI y la refuerza. TheFlame ha minado también la confianza: en los gobiernos, en los antivirus... pero sobre todo, en la criptografía y en la actualización automática.