La semana pasada desayuné con un polémico artículo de Enrique Dans titulado ”El Programador Perdido”, en el que lamentaba la falta de buenos programadores en España. Programadores con cabeza y riñones suficientes para sacar adelante un proyecto ganador en una industria global y competitiva como Internet.
Si quieres encontrar un buen programador, básicamente sólo tienes que hacer una cosa: pagarlo.
Pero esa presunción –como las comparaciones con la supuesta calificación y estatus de los programadores extranjeros- es errónea y estereotipada. Después de más de 10 años trabajando en la industria del software, tanto en España como en eso que llaman Silicon Valley, yo conozco otra verdad. Una verdad incómoda.